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miércoles, 11 de noviembre de 2015

Un albergue en el camino llamado Convento de San Antón.





A 37 kilómetros de Burgos, en pleno Camino de Santiago hayamos las ruinas del convento de San Antón (Castrojeriz). El pueblo de Castrojeriz está a escasos 5 kilómetros  de las ruinas del convento
Los “antonianos” hacia el año 1.146 aproximadamente se instalan en este convento para atender a los peregrinos que iban dirección a Santiago,  también trataban la enfermedad de la "fiebre de San Antonio", "fuego de San Antonio" o "fuego del infierno", enfermedad muy común en la Edad Media(1),  estos monjes siempre dejaban pan y vino para mitigar el hambre y la sed de los romeros que por aquellos años pasan por debajo de una arcada, con dos alacenas que hoy en día aún podemos encontrar.


El rey Carlos III suprime la orden de antonianos y pasan a manos de la Orden de San Juan de Jerusalén, allá por el año 1.777 y en el 1.791 queda totalmente extinguida, el convento queda abandonado hasta la desamortización de Mendizábal en los años 1.836 y 1.837, donde el convento pasa a manos privadas, hasta que en 2002 un vecino de Burgos arrienda el convento y abre un hospital de peregrinos.



Quizás está muy lejano a las comodidades que buscan los actuales peregrinos, quizás un sitio donde mucha gente no querría hacer noche o simplemente un lugar donde pasar de largo.



En cambio puedo decir tanto yo como las personas que se han quedado allí, a lo largo de estos años, que es un lugar con magia, un sitio que no pasa desapercibido,  un lugar con historia peregrina, lugar para compartir con hospitaleros y demás peregrinos.

Tras sus paredes, muchas de ellas  en ruinas por el paso de los años, pero que poco a poco reformadas por la gran labor de alguien que debe tener o sentir el Camino de Santiago como parte de su vida, esconden infinitas historias a lo largo de los años y porque no decir de los siglos.



Un lugar singular que carece de luz eléctrica, así que debemos olvidarnos de poder conectar nuestros aparatos electrónicos para re-cargarlos o que debes ducharte con agua fría por que no se puede calentar el agua, debido a que no hay termos que la calienten. Quizás todo esto son desventajas para mucha gente pero en realidad,  es una fortuna,  el poder compartir una cena  a la luz de las velas y luego el poder mantener una charla con todos los presentes amparados bajo esas majestuosas paredes que aún quedan en pie, que misteriosamente cuando cae el sol de la tarde, pasan a tener un color anaranjado  o de la misma manera un desayuno  con esas mismas  velas mientras empieza a amanecer.

Sí, es un lugar que no tienes nada que hacer y puede parecer aburrido ya que la población más cercana está a unos 5 km pero en realidad no te hace falta nada, porque mientras estas rodeado de aquellas paredes, tu mente vuela a siglos pasados y puedes desconectar de todo y tu única distracción, además de echar una mano a la gente que está de voluntaria atendiéndolo, es conversar con los otros peregrinos que están allí y que se agradece, ya que vas a muchos albergues y muchos peregrinos están con su teléfonos móviles.  Aquí se pierde la noción del tiempo y en un sitio como el Camino de Santiago esto es un gran tesoro.



Un lugar donde la gratitud y la austeridad reinan, ya que no encontraras grandes lujos, ni mucho menos, sino  6 literas haciendo un total de 12 camas, (en realidad yo pienso que esos 12 lugares para dormir es como si fueran los 12 apóstoles),  una cena y  desayuno en comunidad y no cobrando absolutamente nada, se mantiene por el donativo de los peregrinos que pasan por allí, aun así el convento de San Antón siempre ofrecerá las mejores de sus sonrisas a toda persona que se pase por allí sea peregrino o curioso que pasa a ver las ruinas.



Este año después de empezar mi camino en la ciudad francesa de Le Puy en Velay y llevar unos 1000 km recorridos tuve la gran suerte de poder quedarme allí, un día como peregrino y otro como hospitalero ayudando a las dos chicas que allí estaban, con tan solo 2 días me basto para saber apreciar y descubrí lo especial que es aquel sitio y si este año puedo, estaré encantado de estar allí como hospitalero porque para mí es un lugar con encanto y mágico del Camino de Santiago




(1)    Enfermedad causada por la in-gesta de alimentos contaminados por mico-toxinas (toxinas producidas por hongos parásitos). Está causado fundamentalmente por el ergot o cornezuelo  que contamina el centeno.  El único remedio conocido en la Edad Media consistía en acudir en peregrinación a Santiago de Compostela. La explicación es sencilla: El ergotismo gangrenoso lo producía el consumo prolongado de pan de centeno contaminado por el hongo cornezuelo. El hospital del convento de San Antón de Castrojeriz curaba a los enfermos ofreciéndoles pan de trigo candeal.


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